Cuando nos encontramos en la búsqueda de un seguro o incluso al momento de adquirirlo, estas palabras saltan a la vista en la póliza: “condiciones generales” y “condiciones particulares o específicas”.
Las condiciones generales forman parte del contrato que se realiza con la aseguradora al momento de adquirir un seguro. El contenido del documento, el cual es de libre acceso, es común a las categorías de seguros: vida, autos, salud, entre otros. Es en las condiciones generales donde se estipulan las definiciones de algunos términos del escrito, la cobertura, las exclusiones, el ámbito de aplicación del seguro, las obligaciones de los asegurados, etc. En la mayoría de casos, no se establece ningún monto de suma asegurada o prima en el documento.
Las condiciones particulares, por su parte, tienen un carácter más individual y constituyen los términos que, en caso de contradicción, prevalecen sobre las condiciones generales. Es en las condiciones particulares donde se explicita las características del seguro que se está adquiriendo. Por ejemplo, en las condiciones generales de un seguro de vida se establece la cobertura brindada, mientras que en las condiciones particulares se detalla que es con devolución a 40 años para Juan Pérez. Así, en esta parte de la póliza, se consignan los datos personales del asegurado, la prima a pagar, la suma asegurada, el cronograma de pagos, la modalidad de pago, los deducibles y, sobre todo, las características específicas de la póliza. Por ejemplo, alguna prima extra porque el asegurado practica deportes de aventura.
Te recomendamos que cuando te encuentres contratando un seguro, revises al detalle ambos documentos: “condiciones generales” y “condiciones particulares”. Solo así sabrás exactamente qué estás contratando y cuáles son sus características.
